miércoles, 25 de agosto de 2010

DÍA 3 (PRIMERA PARTE) EL KREMLIM DE MOSCÚ

Este día lo teníamos reservado para la visita de la Plaza Roja. Amenazaba lluvia y armados con nuestros paraguas de low cost (increíblemente el mío tenía una gotera), nos dirigimos hasta la más famosa de las plazas moscovitas. Cómo queríamos visitar la tumba de Lenin fuimos temprano, ojo con esto que es complicado y no siempre las guías de mano lo explican bien. Para ver a Lenin hay que hacer varias cosas, la primera es levantarte temprano de la cama y dirigirte a la entrada de la Plaza Roja como muy tarde a las 9 y media de la mañana. La segunda cosa que has de hacer, es dirigirte a la cola, que está pegada a la verja de entrada del Kremlim, lo sabrás porque hay un cartelito con los horarios de visita al político momificado. La tercera cosa es esquivar a los vendedores ambulantes que, como apóstoles del Señor, hablan todas las lenguas del planeta. La cuarta y casi última, es la más importante, allí no dejan entrar nada que puedas usar para atacar a Vladimir, ni agua, ni mochila, ni bastón... justo al lado de los arcos detectores de metales, en una ventanilla perteneciente al bonito edificio del Museo Nacional Ruso, tienes una consigna donde unos más diligentes que amables moscovitas te cobrarán por dejar tus "bultos". Una vez desprovisto de todo lo amenazante, unos super policías rusos te cachearán tras pasar el arco metálico. Ya eres libre para deambular... o no. Al mausoleo se entra por uno de sus laterales, bajas unas escaleras oscuras que te llevan hasta una entrada flanqueada por unos circunspectos militares, pronto verás una pecera gigante cuyo único habitante es Vladimir Ilich Ulianov, un Lenin de color rojizo que parece dormir una larga siesta. No puedes parar de andar, no te dejan y como saliendo de un sueño (pesadilla para algunos, erótico para otros) te dirigen al otro extremo del mausoleo. Pronto estás entre lápidas de otros próceres rusos y sin darte cuenta estarás en el centro de la Plaza Roja, con la catedral inconfundible al fondo y el Museo donde tienes tus cosas al otro. Para evitar aglomeraciones innecesarias, nos dirigimos (tras coger nuestras preciadas mercaderías) hacia el Kremlim, que no es otra cosa que la ciudadela fortificada de Moscú, de hecho eso es lo que significa Kremlim, ciudadela fortificada. Misma cosa, como yo llevaba una mochila voluminosa me dijeron que tenía que meterla en consigna... no exagero si os digo que he gastado en consignas la comida de dos días. Nota para mi: la próxima no llevar mochila. La entrada vale su dinerillo, pues es combinada, nosotros optamos por dos de tres, o sea, coger la del Kremlim normalita y la del Tesoro. Si queréis un consejo, salvo que os guste mucho las calesas del siglo XVIII y los vestidos pomposos de época, coged solo la entrada del Kremlim y por el precio de la otra entrada podréis comeros unas salchichas en los puestos ambulantes estratégicamente colocados en los jardines de la salida. Con un plano algo confuso nos dirigimos a la entrada del Sancta Sanctorum del poder ruso. De nuevo la seguridad es apabullante, no puedes cruzar las calles que llevan a los edificios oficiales, lo sé porque insensato de mi fue lo primero que intenté hace nada más llegar... no me disparó un francotirador porque me frené en seco, aunque hubiera sido una esquela chula (murió abatido por un franco tirador en la Plaza Roja de Moscú) pero prefiero posponer el día de mi muerte. Dentro del Kremlim tienes varias iglesias, aunque no te lo parezca son todas visitables, digo esto porque algunas no son visitadas por las masas turísticas y puedes creer que están cerradas al público, en absoluto. concretamente de las cinco que hay, la que más me gustó fue la de la Anunciación, con sus cúpulas doradas y un interior repleto de arte ortodoxo, es impresionante. Una de las cinco catedrales está usada como centro de exposiciones itinerantes, curiosamente nosotros vimos uno de arte turco de la época otomana que habían traído desde Topkapi, bueno... es que nosotros ya lo habíamos visto en el palacio de Estambul, pero fue bonito recordar la capital del Bósforo. El exterior de esta iglesia-museo es el más espectacular con una campana impresionante por sus dimensiones. Hablando de campanas, una de las atracciones más turísticas del Kremlim es echarse una foto con una campana rota, al parecer iba a ser la más grande del mundo pero un mal proceso en su fundición la partió. Igual pasa con el cañón más grande del mundo, otra atracción que está casi junto a la campana, como curiosidad el cañón nunca ha sido disparado y los estudios demuestran que no serviría para nada intentarlo, está mal diseñado. Yo que he sido dueño de un Lada Samara, pongo en duda tal afirmación, puede parecer grande y feo pero funciona. Tras las visitas a las catedrales (una de ellas repleta de tumbas de Papas Ortodoxos), decidimos alimentar también el gusto por el lujo dirigiéndonos al Tesoro ubicado en el edifico de la Armería... bueno... consigna al canto. Es muy bonito ver los carruajes, las armas antiguas, todas esas cosas está bien, ver todo el oro y plata que tienen guardado allí es impresionante, los famosos huevos de Fabergé palidecen al lado de grandes jofainas de oro o super decoradas teteras. Al que le guste el vil metal disfrutará y mucho. No pudimos ver el fondo de diamantes, porque aunque llegamos unos 40 minutos antes del cierre me negaron la entrada unos policías bastante "simpáticos", no quise discutir porque tampoco es que ver unos diamantes sea lo mío.



El super cañón que nunca fue usado. Mejor así.

La famosa campana rota. Al fondo los edificios oficiales a los que no puedes acercarte.

La Catedral de la Anunciación, mi favorita en el Kremlim.

El gran edificio del centro es el Museo Nacional Ruso, al lado izquierdo tenéis el Kremlim, entre ambas construcciones está la cola para ver a Lenin.

El Mausoleo de Lenin, inconfundible. Dicen que pronto lo llevarán a San Petersburgo para enterrarlo según su deseo... no se, creo que deja mucho dinero en las arcas rusas tenerlo allí.



lunes, 2 de agosto de 2010

RUSIA, DÍA 2. MOSCÚ

No hay nada como un buen despertar en un hotel de cinco estrellas, junto al río Moscova, bajar por el pulcro ascensor de cristal y encontrarte un cartelito en castellano que indica a los turistas de "Las Españas" hacia dónde dirigir sus pasos para desayunar. Recordando otras estancias en hoteles de cinco estrellas nos habíamos preparado para el lujo. La desilusión llegó enseguida, no entiendo cómo un hotel de 5 estrellas se permite el lujo de poner una mierda de desayuno al estilo de campamento infantil, os juro que no exagero nada. Sospecho que mucho tiene que ver Iberojet en todo esto, aunque también había turistas de otras compañías... Un desastre. En fin, nos preparamos para asaltar Moscú, como teníamos una comida incluida decidimos acompañar al grupo en su ruta vía autobús, traicionando una vez más todos los principios básicos que he tenido durante toda mi vida relacionado a los viajes. Dimos unas vueltas con comentarios intrascendentes por parte de la guía, pude respirar el odio que, al menos la guía, tiene a los chechenos y a todo ruso con apariencia musulmana y poco más. Tras comer cerca del Kremlim en un antiguo refugio de la guerra (al menos eso parecía), nos liberamos del yugo del tour operador. Decidimos dar un paseo que la Lonely Planet recomendaba bordeando el ríos Moscova y visitando los jardines más afamados de la capital rusa. Para mi no sólo fue aire de libertad, también fue una sorpresa. Iniciamos nuestra ruta en la super catedral de Cristo Salvador, es una reconstrucción muy reciente de la que Stalin mandó derribar para hacer un macro monumento a Lenin que nunca hizo. La catedral es espectacular, las vistas desde el recinto también lo son y tiene como un puente estilo parisino (creo que le llaman el puente de los enamorados) que lleva hasta una isla dentro del Moscova que es por donde continuamos nuestra ruta. Nos os comentaré todo el recorrido porque es largo, pero si os diré un par de cosas. Es imprescindible desde mi punto de vista que visitéis un jardín que recibe varios nombres, "el de los héroes caídos", "cementerio de estatuas", realmente se llama Jardín de la Escuela de Bellas Artes (o algo así). Vale dinero entrar, una abuelita es implacable en eso, pero allí están todas las estatuas que se derribaron en la revolución de los años 90 contra el comunismo. No veréis en todo Moscú (salvo en el Metro) ni una estatua de Lenin, Stalin... están todas en este parque. Además la Escuela de Bellas Artes sigue poniendo esculturas nuevas (más originales) y el Parque se convierte en algo idílico. Tiene cuarto de baño y una mini cafetería dentro, como vale dinero por allí sólo pasean los moscovitas pijos. Más hacia el sur, el siguiente parque es el Gorki, aquí vale pasta entrar también, pero entras a un Parque de atracciones bastante curioso (demasiado silencioso para mi gusto), con una mezcla de atracciones entre de época comunista y factoría Disney que pone los pelos de punta. Consejo, no pidáis palomitas están asquerosas. Al final de ese parque hay una especie de local New Age, a la interperie que está considerado como el mejor local Chill Out de Moscú, tomamos algo allí y saqué dos conclusiones, que es cierto que es muy muy bueno el local y que las camareras deberían estar en las mejores pasarelas de modelos de Europa, no es sólo mi opinión, mi pareja también opina lo mismo (lástima que mis ojos tuvieran que estar casi fijos en el té que nos sirvieron). El paseo por la orilla "este" del río Moscova nos dejaría alguna sorpresa más, sobre todo un servicio de alquiler de bicicletas bastante chulo y una parada de metro a 20 metros sobre el nivel del río, para ser el metro más profundo del mundo discurre bastante alto en ese tramo. Tras aquello visitamos la explanada y mirador cercano de la Universidad Estatal de Moscú, es impresionante, hay un par de decenas de bustos de científicos, muchos se parecían entre si, pude ver varios que me sonaban Paulov, Mendelev... desde allí se hacen muy buenas fotos. En el mirador que hay justo al norte de la Universidad, podréis ver una vista impresionante de la ciudad y tomar el pulso a las actividades juveniles (hay muchos puestos ambulantes, moscovitas bailando hip hop...). Así acabamos aquel día, para ser un primer aterrizaje en la ciudad estuvo bien, le perdí el miedo a la policía y los moscovitas con pinta de mafiosos georgianos y entrené mi cirílico por un sorprendentemente puntual y rápido Metro.



Comenzamos en las inmediaciones del Kremlim. Cerca de esta ubicación tenéis los mejores puestos de matrioshkas ,que no os engañen los guías en San Petersburgo son más caras.

Aquí empezó nuestra ruta, impresionante la reconstruida Iglesia de El Salvador.


Aunque vale dinero entrar, merece la pena este lugar preñado de historia comunista y relajante césped. Os lo recomiendo y mucho. Tiene muchos nombres: Parque del arte, parque de las estatuas, de los héroes caídos...



Paulov. En la Universidad Estatal de Moscú. A mi perro le cae mal este hombre... no sé por qué.


Paseo por la orilla del río Moscova. La imagen habla por si misma.