sábado, 31 de julio de 2010

RUSIA, DÍA 1

Por pura pereza no he descrito antes este viaje, también necesitaba dejar que Rusia "creciera" dentro de mi mente para darle su justo valor. Tras un viaje en avión bastante largo, llegamos al aeropuerto de Domodedovo que es como se llama el aeropuerto de Moscú. Lo bueno de Rusia es que no engaña, pronto te presenta sus "credenciales", enseguida notas que no estás en un país europeo y que, en fin, es "otro rollo". Nada más bajarte del avión y estirar las piernas, el pánico se apresa de ti, pues sólo ves cirílico por todos lados, por suerte las señales del aeropuerto son bilingües (ruso e inglés). Nada más llegar una auténtica horda de viajeros se encaminan por cada vez pasillos más estrechos a la zona de control de visado y pasaporte. Ah!!!! una cosa que se me olvidaba. En el avión os darán (y si no lo hacen pedidlo) un papelito donde tendréis que consignar vuestros datos... ESTE PAPEL ES MUY IMPORTANTE, rellenad ambas caras, sin ese papel no podéis entrar en Rusia aunque tengáis el visado en el pasaporte. Bueno, a lo que iba, enseguida te encuentras ante una bifurcación, por un lado para viajeros de Rusia y Bielorusia, por otro para antiguas repúblicas socialistas no peleadas con Rusia, y el resto del mundo a subir unas escaleras para llegar al colón del control de pasaportes. Aquí sólo os puedo recomendar dos trucos, el primero es echar paciencia, mucha, el segundo es que cuando el policía os pregunte si habláis inglés que le digáis que NO. Tuve el error de contestar afirmativamente y me sableó a preguntas, creo yo que más para practicar inglés que para controlarme. Tras la locura de recogida de las maletas, donde más de 4 o 5 vuelos comparten la misma cinta (tanto es así que los operarios empezaron a coger maletas y ponerlas en medio del pasillo, entre ellas las mías...), nos esperaba nuestro "receptivo", en este caso "receptiva" de Iberojet para llevarnos al hotel. Primera sorpresa, el hotel al que nos llevaban no era el que nosotros habíamos reservado... no temáis, yo siempre que confío en una agencia lo hago en Iberojet, sólo esta compañía es capaz de decir que preferían meternos a todos en el mismo hotel (el Crowne Plaza de 5 estrellas), esto le hizo muchísima gracia a aquellos que habían pagado 200 euros más por cabeza, no era mi caso obviamente. Aunque ganábamos con el cambio, a mi me disgustó un poco, pues mis planes iban en relación al hotel donde íbamos a hospedarnos y ahora no sabía dónde leches estábamos. El Hotel Crowne Plaza, está justo al lado de la "Casa Blanca" del gobierno de Putin, bien ubicado aunque lejos del centro, lo único malo es que la parada de metro está bastante lejos, eso lo salvan con un autobús que por cuatro perras te lleva hasta la parada (estos ricos...). Como nosotros siempre vamos en plan semi-mochilero, lo primero que hicimos fue buscar un supermercado (me comí en uno de los no se cuantos restaurantes del hotel un sándwich y me costó 9 euros... casi me mareo), el supermercado estaba dentro del complejo y los precios eran asequibles... vodka, queso, fiambre.
En este viaje hemos cometido algunos errores, por varios motivos, cansancio, a veces malestar corporal de mi pareja y en ocasiones pereza. El primer error fue una excursión que nos ofreció Iberojet para conocer el Moscú iluminado de noche... a ver cómo lo explico, llegas a una ciudad casi de noche, al fin y al cabo es Rusia, has leído tantas cosas de policías y no se qué, que pareció una buena idea reservar ese viaje. Para acortar, de todo lo que vimos sólo mereció la pena el Kremlim y eso lo habríamos hecho por 1 euro cada uno como máximo. Así acabó el primer día, al menos ya tuve mis primeros encuentros con los moscovitas y pude practicar mis habilidades en la lectura cirílica, a lo largo del viaje me fueron de gran ayuda.



Hotel Crowne Plaza, demasiado lujoso para nosotros

Saber leer cirílico no quiere decir que sepas qué significa lo que lees

Parte de la Plaza del Kremlim de noche, con la Catedral de San Basilio en primera plana